El sarampión es una infección aguda, contagiosa y epidémica, caracterizada por la presentación de manifestaciones de un resfriado vulgar con inflamación catarral de las vías respiratorias y de la conjuntiva, con fiebre y erupción cutánea (exantema) con manchas de distinto tamaño y forma (papuloso, miliar), todo esto ocasionado por un germen del tipo virus (Morbilivirus, de la familia Paramyxoviridae).
Esta enfermedad afecta especialmente a los niños.Se contagia fácilmente de persona a persona mediante las gotas de saliva y el contacto con artículos contaminados recientemente.
El enfermo está infectado desde el comienzo del período prodrómico (aparición de los primeros síntomas). La enfermedad deja una inmunidad absoluta.
El período de incubación es variable entre 12 y 14 días; a partir del séptimo día aparecen manifestaciones de un resfriado común y pérdida del apetito, siendo este período muy contagioso; aparición en la mucosa de la cavidad bucal de una pequeña aréola roja, en cuyo centro hay un punto blanco que sobresale.
Posteriormente aparece fiebre y se intensifican las molestias de catarro de las vías respiratorias, aparece la "cara sucia" (ojos lagrimosos y la nariz mocosa), voz ronca, tos seca, linfadenopatía de los ganglios cervicales posteriores, fotofobia (intolerancia a la luz), mucosa de la faringe enrojecidas y, en ocaciones, aparecen manifestaciones nerviosas y digestivas, durando esta fase unos 3 ó 4 días; hace su aparición la manifestación típica, es decir, la erupción, con sensación de picazón, iniciándose por la cara y generalizándose progresivamente de arriba a abajo por todo el cuerpo, la erupción es de una coloración roja dejando entre los elementos de la erupción espacios libres de piel sana, esta erupción desaparece a la presión; al cabo de tres o cuatro días va declinando la infección, descendiendo la fiebre e iniciándose la descamación.
Hay leucopenia durante el período pródromico y en las fases tempranas de la erupción. Generalmente existe un aumento brusco en el número de leucocitos con instalación de cualquier complicación bacteriana.
En ausencia de complicaciones, el número de leucocitos aumenta lentamente hacia la normalidad conforme la erupción desaparece.
El tratamiento se basa en el suero de convalecientes, gammaglobulina y antibióticos, sólo en determinados casos. En diferentes complicaciones se utilizarán tratamientos oportunos.
El médico puede recetar antipiréticos como la aspirina, también irrigaciones salinas para las molestias bucales y faríngeas, gotas nasales vasoconstrictoras, esponjas salinas sobre los ojos y aire tibio y húmedo (vapor) para la tos.
Se debe evitar el enfriamiento de los enfermos y mantener el ambiente a unos 18ºC, con luz moderada.
El paciente debe permanecer en cama durante una semana y llevar a cabo un período de convalecencia adecuado.
Por lo general, la enfermedad en su totalidad tiene una duración aproximada de catorce días desde su contagio.
El sarampión, además de la importancia que tiene como enfermedad infecciosa, reviste trascendencia por las complicaciones a que puede dar lugar, pudiendo ser otitis, la encefalitis y la bronconeumonía las más importantes.
La otitis puede ser la causa de un comienzo de pérdida de audición, que si pasa inadvertida puede conducir a una sordera.
Puesto que el virus del sarampión por sí mismo causa frecuentemente neumonitis específica, es complicación relativamente frecuente la invación bacteriana secundaria del árbol bronquial bajo, seguida de bronconeumonía concomitante.
La encefalitis aparece en cerca de 1 cada 3.000 casos (sin relación con la gravedad del sarampión). El primer signo puede ser letargo progresivo o convulsiones.
La punción lumbar muestra 0 a 200 células, la mayoría de las cuales son linfocitos.
Una complicación poco frecuente es el llamado "sarampión hemorrágico", el cual se caracteriza por hemorragia generalizada y púrpura, la cual tiene un alto índice de mortalidad.
Otras complicaciones podrían ser la meningitis, sinusitis, traqueobrioonquitis y el agravamiento de una tuberculosis pulmonar activa.
En los casos no complicados o en aquellos con complicaciones bacterianas, es exantema. Si hay encefalitis, el pronóstico es reservado. La incidencia de secuelas permanentes es alta.
La vacuna contra el sarampión es la mejor arma de prevención, esta se administra en forma rutinaria.
Debe tenerse presente que quienes no reciben la vacuna o no la reciben completa están en alto riesgo de contraer la enfermedad.
La inmunización pasiva se lleva a cabo con inmunoglobulina sérica (gammablobulina) que puede prevenir la enfermedad o dar como resultado un síndrome de sarampión benigno y modificado con reducida incidencia de complicaciones bacterianas.