La fibrilación auricular es un tipo de arritmia cardíaca en el que las aurículas laten demasiado deprisa en comparación a como laten los ventrículos, de manera que la salida de la sangre desde éstos al resto del organismo se realiza de manera desordenada y totalmente ineficaz, comprometiendo la normal oxigenación de las células de todos los órganos.

 

 

 

A menudo no existen síntomas y cuando éstos aparecen, pueden consistir en una sensación de fuertes palpitaciones y opresión en la zona del esternón, llegando en ocasiones al desmayo.

 

 

 

El principal peligro lo constituye la formación de coágulos por parte de la sangre remansada en las aurículas, que si en un determinado momento pasan a los ventrículos, dan lugar a un embolismo de consecuencias funestas en muchos casos, ya que los pequeños émbolos van avanzando por los vasos sanguíneos hasta que el grosor de éstos se lo permite, interrumpiendo el riego a partir del punto en donde se detienen.

 

 

 

En primer lugar, es necesario acudir inmediatamente al médico. Este, una vez realizadas las pruebas oportunas (electrocardiograma, ecocardiograma, etc.), recetará un medicamento para tratar de mejorar la contracción cardíaca, siendo los llamados betabloqueadores los que en la actualidad dan mejores resultados. Para prevenir la formación de los peligrosos émbolos, es probable que prescriba también un anticoagulante. Otras veces se practica la llamada electroversión, maniobra que consiste en una descarga eléctrica en el corazón, por supuesto bajo anestesia, que restablece el normal ritmo de lo latidos cardíacos