Acerca de las Hemorroides
Las hemorroides, también llamadas almorranas, son dilataciones de las venas del plexo hemorroidal. Existen tres tipos de hemorroides: las hemorroides externas, que están situadas por debajo de la línea anorrectal; hemorroides internas, que están situadas por encima de la línea anorrectal, y las hemorroides mixtas, que es una asociación de las anteriores variedades.
Se caracterizan por lo siguiente: las hemorroides externas pueden pasar desapercibidas si no fuese por la trombosis hemorroidaria externa, después de una crisis diarreica, fuertes golpes de tos, etc., aparece brúscamente, y con dolor intenso, una o varias tumoraciones del tamaño de un guisante o un grano de uva; turgentes, irreductibles, situadas junto al orificio del ano; por transparencia se descubre, que en el interior de la tumoración, el coágulo de la trombosis.
Las hemorroides internas se manifiestan por las siguientes complicaciones: salida de mayor o menor cantidad de sangre roja por el ano, generalmente con loe esfuerzos de la defecación; tendencia al prolapso hemorrodiario, que posteriormente puede provocar una trombosis hemorrodiaria; frecuentemente rectitis, caracterizada por molestias al defecar, escozor, tenesmo, dolor; salida al exterior de secreciones mucopurulentas, ocasionando eczemas alrededor del ano.
Las hemorroides no causan cáncer ni se hacen cancerosas. Pero sangrar por el recto puede ser un signo de cáncer, de forma que cualquier hemorragia debe ser cuidadosamente estudiada por un médico.
Riesgo
La hemorroides pueden ocurrir a cualquier edad, a menudo sin causa obvia. La más frecuentes son el estreñimiento, el embarazo, los trastornos del hígado, los tumores rectales y el uso repetido de productos laxantes artificiales.
La afección es muy frecuente, preferentemente en los hombres en edad madura y condicionadas por un doble tipo de factores. Los primeros consisten en una anormalía constitucional de las paredes venosa, por lo cual éstas se presentan resistentes a la dilatación; los segundos son todas aquellas condiciones que aumentan la presión portal y que, por lo tanto, crean las condiciones favorables (estancias de pie muy prolongadas, fenómenos congestivos del hígado que aparecen por excesos dietéticos o por distintas enfermedades). Considerados estos dos tipos de factores, no hay que olvidar la peculiar situación anatómica de las venas hemorroidales que, como se sabe, tienen su recorrido en el espesor del recto, por lo cual el estreñimiento pertinaz o eventuales procesos inflamatorios agudos o crónicos de la mucosa rectal y anal pueden dar lugar a una congestión venosa hemorroidal y, por lo tanto, a las hemorroides.
Síntomas
La sintomatología presenta caracteres precisos según el tipo de las mismas. En efecto las hemorroides externas se visualizan a la simple inspección del ano y se presentan como nódulos del tamaño de un guisante o del tamaño de una avellana, de color rojo violáceo, que se reducen por la presión y que aumentan de volumen cuando el enfermo es invitado a hacer presión con la musculatura abdominal. Puede presentarse en número de dos, tres o más, y están recubiertas de piel lisa y fina, siendo del todo asintomática su presencia; como máximo puede provocar una ligera sensación de ardor local y prurito. Los trastornos surgen cuando existe inflamación; debido a ésta aumentan de tamaño, se endurecen y se hacen dolorosas a la palpación; no pudiendo ser reducibles a la presión, y asociándose todo ello a una sensación de peso en el ano y de dolor en posición sentada. Esta fenomenología aguda, si no existen complicaciones infecciosas, se resuelve en pocos días, si existen las citadas complicaciones se formará un absceso que puede abrirse espontáneamente y curar, o bien dar origen a una fístula o provocar la aparición de una fisura. Las hemorroides internas no son visibles desde el exterior, a no ser con la ayuda de un rectoscopio, exceptuando aquellas hemorroides internas procedentes; se presentan como nódulos múltiples (cuatro a siete) violáceos, de amplia base de implantación, colocados circularmente y de un tamaño variable, que va desde el de un guisante al de una haba. Los síntomas principales que determinan están representados por una sensación de peso doloroso tras un sedentarismo monoprolongado, hemorragias, procedencia de las mismas y en segundo lugar las complicaciones eczematosas e inflamatorias de la mucosa y de la piel que las recubre. La hemorragia es imputable al esfuerzo que se produce durante el curso de la defecación.
El cilindro fecal en la contracción ocluye las venas hemorroidales, por lo cual los nódulos se engruesan hasta llegar a romperse, dejando salir desde unas pocas gotas hasta algunos centímetros cúbicos de sangre. Expulsado el cilindro fecal la hemorragia se hace más abundante y este fenómeno puede repetirse con frecuencia llevando al individuo a una profunda anemia.
El prolapso o salida hacia afuera de las hemorroides se explica recordando que éstas tienen su localización en la mucosa y que ésta puede desplazarse sobre la pared muscular. Durante la defecación la mucosa tiende a desplazarse hacia abajo y, por lo tanto, tiende a salir fuera del ano. Si esto ocurre por primera vez, las hemorroides pueden volver a su lugar inicial, pero a la larga será necesaria una reducción manual para que penetren en el interior del ano.
Estos nódulos, si permanecen prolapsados, van a sufrir en su evolución un proceso trombótico, aumentando su volumen y produciendo en el momento de la defecación verdaderos dolores vivos, a veces atroces. El prurito, los eczemas y las procitis que acompañan a estos estados hemorroidales se explican por el hecho de que en los pliegues profundos, situados entre nódulo y nódulo, pueden asentar como reservorio de residuos fecales que permanecen en contacto con la piel irritándola e infectándola. Esta condición puede luego agravarse cuando, debido a los repetidos ataques, el esfinter pierde su tono y determina un estado de incontinencia parcial.
Complicaciones
Los sufrimientos hemorroidales con el tiempo son causa de estreñimiento, de neurastenias y reflejos dolorosos a cargo de los órganos vecinos. No es raro, como hemos recordado, la aparición de fístulas, fisuras, abscesos, mientras que es poco frecuente la embolia séptica. El diagnóstico no resulta muy difícil.
Tratamiento
Cualquier persona con hemorroides debe consultar con un médico, ya que la automedicación proporciona sólo alivio temporal, y poque pude haber una causa grave subyacente, como una enfermedad hepática.
Según la gravedad de las hemorroides, el médico puede tratarlas mediante inyecciones para colapsarlas, o bien recomendar la extirpación quirúrgica (hemorroidectomía). La extirpación proporciona una cura permanente, pero sigue persistiendo la tendencia a la formación de nuevas y molestas hemorroides.
También se alivian bastante las molestias con la aplicación de supositorios o pomadas que contengan sustancias astringentes, antisépticas y anestésicas.
Proporciona algún alivio un baño caliente por la mañana y otro antes de acostarse.
Evite el estreñimiento consumiendo una dieta rica en fibras y agua. No use laxantes artificiales sin prescripción médica.
Para el tratamiento de las hemorroides el médico puede indicar laxantes y enemas.
Existe un procedimiento en el cual Las hemorroides internas se ligan con bandas elásticas, de modo que se interrumpe el suministro de sangre, de esta manera, las hemorroides se encogen y mueren, para caer dentro de unos días.
El tratamiento radical consiste en la extirpación de los nódulos mediante un bisturí eléctrico previa dilatación artificial del ano y ligadura en la base de los nódulos. La electrocoagulación se reserva para los de pequeñas dimensiones.
Las inyecciones esclerosantes están indicadas en los casos de hemorragias externas, pero no en las internas.
Para aliviar el dolor de hemorroides, se aplican compresas frías, como una bolsa de hielo, a la región anal. La forma más conveniente para hacerlo es colocando al paciente boca abajo mientras que otra persona presiona suavemente la compresa fría sobre la zona afectada por el mal.
Posterior a la defecación es aconsejable lavar la zona y no limpiar con papel higiénico.
Existen supositorios preparados a base de extracto hamamelis y castaño de indias.
Puede de igual manera aliviar la congestión la aplicación de cubitos de aloe vera (sábila) bien fríos.
El uso de una compresa fría, sin embargo, proporciona sólo un alivio temporal, y debe consultarse un médico para conseguir un tratamiento más permanente y eficaz.