Se denominan así las enfermedades renales provocadas por fenómenos inflamatorios y que afectan a diferentes estructuras componentes del riñón.

 

 

 

La más importante de todas las nefritis está constituida por las glomeruloneritis, en las que las lesiones se localizan en los capilares del glomérulo, pudiendo ser de mayor o menor gravedad; existen otros procesos inflamatorios que afectan al riñón, como son infecciones crónicas, como las tuberculosis, etc,; mucho más rara es la afectación renal debido a la sífilis, presentándose en algunos raros casos del período terciario de la misma.

 

Existe una nefritis conocida con el nombre de nefritis intersticial, que es la afectación del tejido conjuntivo del riñón. El tejido conjuntivo está situado entre los vasos, glomérulos y túbulos, y la inlamación de éste, por vecindad, afecta las estructuras vecinas. 

 

Las causas de la nefritis intersticial suelen ser las bacterias o sus toxinas, como los estafilococos, estreptococos, etc., y dentro de las toxinas, la toxina diftérica. También se han observado casos de nefritis intersticiales debidas a intoxicaciones originadas por medicamentos.

 

 

 

La sintomatología que provoca esta enfermedad es muy variable; en el inicio, normalmente, pasa inadvertida o con sintomatología urinaria, es decir, con la presencia de restos de albúmina en orina más evidentes, como orinas turbias, con contenido en cilindros, proteínas, etc.; en estos casos el cultivo de orina permite identificar  la infección y agente causal.

 

 

 

Varía según la causa, pero fundamentelmente se basa en la administración de antibióticos de amplio espectro de acción y en la corrección quirúrgica del obstaculo, si existe (cálculo), que ha determinado la infección renal tratada.