La flebitis es un proceso inflamatorio de la pared venosa, que se acompaña a veces de formaciones, en la cavidad del vaso, de masas sólidas obstruyentes, constituidas por trombos (coágulos adheridos a la pared). Más frecuentemente recibe la denominación de tromboflebitis, en este último caso.
La mayor parte de los casos de flebitis tiene una causa bacteriana. El mecanismo de la llegada de los gérmenes es diferente según los casos; puede tratarse, de hecho, de la propagación de una infección vecina (por ejemplo, un forúnculo en las cercanías de la pared de una vena); o bien puede deberse a una difusión de focos supurativos lejanos.
La flebitis de origen bacteriano son aquellas que aparecen durante enfermedades infecciosas generales (hecho frecuente sobre todo en el tifus) . La flebitis puede estar provocada por causas químicas irritantes; este hecho hoy día es más frecuente por la fifusión existente en la administración de medicamentos, por vía endovenosa (yodo, sales de quinina, salicialatos).
Las várices y los traumas que lesionan la pared venosa, como fracturas, luxaciones y violentos esfuerzos musculares, también pueden provocar una flebitis.
Aquellas personas que realizan viajes largos, también pueden desarrollar una trombosis, debido a la falta de movimiento de las extremidades inferiores y la flexión permanente de la rodilla, fenómeno conocido como Trombosis por viajes en avión o Síndrome de la clase turista.
El período inicial de la enfermedad presenta un malestar vago, dolor en la zona afectada, edema del miembro afecto, y la piel que recubre la zona se encuentra roja y caliente. El período de estado presenta fiebre elevada, dolor muy vivo en todo el miembro, aumento del edema y linfoadenopatías de las cadenas linfáticas vecinas.
Durante los procesos de flebitis, especialmente de las grandes venas, son evidentes los signos de obstáculo a la circulación de reflujo, la sangre de la periferia no puede fluir hacia el corazón porque el trombo en esa zona ha ocluido totalmente o en parte la vena.
De un trombo luego se puede formar un émbolo, o sea, se puede desprender un fragmento, que es transportado por la corriente sanguínea. Si el émbolo no es de grandes proporciones, siendo las venas progresivamente más gruesas, no se detiene, llegando al corazón y pasando a la circulación general, encontrándose con vasos de luz muy estrecha, pudiendo obstruir uno, en el que determinará una interrupción de la circulación del territorio afectado, la mayoría de las veces este territorio suele corresponder al cerebro o al pulmón.
Las más frecuentes de la flebitis mal curada están representadas por la aparición de várices posflebíticas, trastornos tróficos de los tejidos perivenosos, difusión de la infección y fenómenos embólicos , que, si son a cargo de la arteria pulmonar o de las arterias cerebrales, pueden provocar la muerte instantánea.
La evolución del proceso de curación de una flebitis requiere un largo período, aunque hoy día se ve acortado: bastan algunas semanas de adecuado tratamiento para lograr una curación definitiva.
El tratamiento de la flebitis se basa en analgésicos, anticoagulantes oportunamente dosificados para no incurrir en el peligro de hemorragias, y antibióticos. A todo ello se une el reposo en cama, después de 24 horas de la desaparición de la fiebre se aconseja movilizar el miembro, haciendo caminar al paciente con una venda.
Puede aplicarse en la zona afectada pomadas a base de árnica.