El escorbuto es una enfermedad muy poco frecuente en la actualidad, producida por una mala nutrición, carente de vitamina C, (ácido ascórbico).

 

Abundan las historias de mar relacionadas con el escorbuto. la enfermedad que causaba antaño tantos estragos en los viajes largos y las expediciones cuyos participantes no podían obtener alimentos frescos. Pero en la historia pueden espigarse datos interesantes de casos que permitieron encontrar medios de evitar el escorbuto mucho antes que se aislara la vitamina C, o factor antiescorbútico, conocido hoy como ácido ascórbico.  

 

Ahí está, por ejemplo, el caso de Cartier, que en 1536, emprendió la exploración del San Lorenzo. Cuando llegó al Canadá, toda su tripulación estaba enferma, y 26 hombres habían muerto de escorbuto. Varios hombres más se hallaban en estado tan desesperante que los mandaron a tierra a morir. Pero algunos días más tarde, al desembarcar el capitán, los encontró milagrosamente curados. Los residentes de la región les habían dado una infusión de agujas tiernas de abeto. Fué también de las agujas de abeto de donde sacaron ácido ascórbico los habitantes de Leningrado para evitar el escorbuto durante el asedio que soportaron en ocasión de la segunda Guerra Mundial, en 1941 y 1942.

 

En otros casos recordados por los anales de las antiguas marinas, los hombres puestos en tierra a morir de escorbuto, aunque ya incapaces de caminar, comieron hierbas y se salvaron. En una ocación, fueron los brotes de una carga de cebolla los que curaron a una tripulación atacada de escorbuto.

 

En 1600, un velero inglés permaneció libre de la temible enfermedad, durante todo su viaje de Inglaterra a la India, gracias al empleo de jugo de limón.

 

En 1720, un médico llamado Kramer escribió: "Ni la medicina ni la cirugía tienen valor en el escorbuto; pero si se pueden obtener verduras frescas, si se dispone de naranjas, limones, o su pulpa o jugo, y se administran dosis de tres a cuatro onzas de jugo, no se necesita otra cosa para curar esa terrible dolencia".

 

Ya en 1804 era obligatorio dar jugo de limón a los marineros de la flota británica, y el escorbuto se volvió muy raro, mientras que antes había miles de casos todos los años. Hubo miles de casos en la Guerra Mundial en los Estados Unidos, de 1863 a 1865. También en la primera Guerra Mundial se produjeron muchos casos. Durante la guerra civil de España, en 1937, ocasionó gran número de víctimas en el sitio de Madrid, porque muchos de los habitantes no tenían acceso a frutas ni verduras. (Fuente: Libro "Fuerza y salud por la Alimentación").

 

 

 

En el escorbuto hay debilidad y anemia, depresión nerviosa y un tinte amarillento de la piel. Hay, además, lesiones en las encías, que se vuelven esponjosas y sangran; los dientes se aflojan y caen. Hay tumefacciones en las articulaciones, que se tornan sensibles e hinchadas. Se producen hemorragias bajo la piel, haciendo aparecer manchas negras y azules, especialmente en las partes del cuerpo que más se emplean o donde la ropa aprieta.

 

Los huesos pierden mucho de su calcio y se vuelven quebradizos.

 

Aunque hoy es raro ver el escorbuto en su forma franca y declarada, estos mismos síntomas son bastante frecuentes aunque en forma atenuada, y se sabe definitivamente que se deben a una insuficiencia de ácido ascórbico en la alimentación.

 

 

 

El tratamiento para el escorbuto consta en la administración de vitamina C, para luego recomendar al paciente aquejado de esta afección una dieta que incluya frutas y zumos recién preparados (especialmete de cítricos como el limón y la naranja ), también verduras y alimentos frescos.